sábado, 21 de noviembre de 2009

GRATITUD DESPUES DEL QUIROFANO


Un día a ojo de buen cubero un médico de apellido Carvallo, hace varios años, me recomendó solicitar los servicios de un endocrino al notar algo raro en mis manos, lamentablemente, mi ignorancia en asuntos médicos hizo que dejara pasar el tiempo so pretexto de no sentir dolor ni fastidio alguno.

El engrosamiento inusual no sólo se dio en las manos sino en los pies y hasta en la cara, demás está decir, que hasta los cabellos se me han caído que ahora me siento calvo, entonces, recién hice memoria y recordé que debía recurrir al Hospital Angamos como asegurado de EsSalud en búsqueda de un endocrinólogo.

No voy a mencionar el nombre de la profesional que tomó mi caso, pero, empezó solicitando análisis de sangre, otros exámenes como de tiroides, somatomedina, etc. para terminar con una tomografía axial computarizada (TAC), todos solían ser negativos, hasta que entregué la TAC y se limitó a mover la cabeza para asentir que era justamente lo que había sospechado.

Confundido por tal aseveración, pregunté a la doctora si era grave lo que reflejaba las placas que tenía entre manos. Señor, me dijo – usted tiene un tumor en el cerebro – un tanto atónito, repliqué. No puede ser doctora, ese examen está mal hecho yo no puedo tener ningún tumor porque jamás he tenido ni siquiera un dolor de cabeza.

El tumor no es un bulto ni una herida sangrante como se imagina- recalcó. Las placas indican que la hipófisis ha crecido unos milímetros más de lo normal, lo que llamamos microadenoma. Crecimiento hormonal que no tiene tratamiento sólo se corrige con cirugía. Como en Angamos no hacen cirugías delicadas ni complicadas del cerebro, se tiene que derivar el caso al Hospital Edgardo Rebagliati.

El traslado de un nosocomio a otro, implica tener la Hoja de Referencia cuyo trámite sumado a la parsimonia burocrática me tomó meses, entre tanto, el mal iba haciendo lo suyo silenciosamente. El endocrino que asumió mi caso, optó por el mismo procedimiento de su colega de Angamos, es decir, análisis, exámenes y a diferencia de la TAC fue la Resonancia Magnética.

En el ínterin de espera y preparación para ser operado en el Rebagliati, tuve la oportunidad de conocer a otras personas que adolecen del mismo mal, cuyas experiencias nos hará reflexionar para tomar conciencia de nuestros males y no dejar pasar el tiempo que a la postre resulta perjudicial y dañino.

Alfredo Barrios Barrios, es un joven natural de Pisco, técnico en soldadura autógena, con más de 25 días esperando para ser operado por segunda vez para retirar los residuos que habían quedado de la primera intervención, hace dos años, los estragos del mal son evidentes como el crecimiento desproporcionado de sus manos y sus pies, las facciones del rostro y una gordura inusual que dio lugar a detectar su mal.

Rosario Lagos, una joven madre, natural de Lima, también esperando turno para la operación, ha sufrido una serie de trastornos como la pérdida del cabello, furúnculos en el rostro con una coloración casi rosácea, dolores e hinchazón de vientre y una abundante y fastidiosa segregación de prolactina, como si estuviera lactando.
Pedro Rojas Rojas, obrero con casi cincuenta años de edad, natural de Chincha, su mal fue detectado hace muchos años, pero, la falta de recursos económicos, de especialistas y centros hospitalarios en su tierra, dejó pasar el tiempo hasta que un día se dio cuenta que perdió la visión del ojo izquierdo y para no quedarse ciego tuvo que operarse con la esperanza de recuperar según los médicos la normalidad del ojo perdido.

La operación mía como la de los pacientes que se ha mencionado, ha sido por un microadenoma o tumor de hipófisis vía transesfenoidal, la misma que duró más de cuatro horas en cada caso a cargo del Dr. José Navarro, Mijail Mujica Sánchez, ambos, bajo la atenta mirada del Dr. Luis Cabrera Gonzáles, quienes constituyen el equipo más preeminente de neurocirujanos del Rebagliati, cuyo prestigio trasciende más allá de nuestras fronteras, por todo ello, nuestra sincera gratitud..

La evolución pos operatoria de los pacientes es favorable y alentador, salvo ligeras complicaciones como dolores de cabeza, inflamación a los ojos, pérdida temporal del olfato, es normal, superarlos requiere de un adecuado descanso, alimentación y medicina prescrita por los galenos, así podemos afirmar un marcado éxito de la neurocirugía que posibilita a los operados ejercer su quehacer cotidiano con normalidad.

Desde esta tribuna invocamos a nuestros lectores seguir a pié juntillas las indicaciones médicas para no ser víctimas de los estragos que silencioso e indoloro como los micro adenomas de hipófisis u otras complicaciones como las hepáticas, cardiovasculares, etc. arremeten contra la integridad física del paciente que por mero descuido los lleva generalmente a la tumba.

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